La conectividad entre ecosistemas y pisos altitudinales es necesaria para sostener y mantener la estabilidad de los procesos ecológicos que se encuentran especialmente relacionados entre sí y la biodiversidad que albergan estos ecosistemas. Entre los procesos ecológicos calves en que la conectividad juega un papel importante están: las migraciones altitudinales y latitudinales, dispersión de semillas para mantener la dinámica de las sucesiones ecológicas, el mantenimiento del flujo genético entre poblaciones, mantenimiento de los requerimientos biológicos de especies con amplios rangos (i.e. sitios de alimentación, reproducción, refugio, anidación, entre otros) y migraciones altitudinales (i.e. mamíferos, aves, peces, mariposas) o que requieren de movimientos locales o estacionales para satisfacer sus necesidades ecológicas (Fig. 1).
Fig. 1. Tigrillo congo (Puma jaguarundi) presenta un amplio rango dentro del C.B.A.G.
En este sentido, el mantenimiento de la conectividad se convierte en una condición clave para la persistencia de la biodiversidad y requisito ecológico indispensable en las prácticas adecuadas de conservación y planificación del territorio.
La conectividad también debe verse como un factor clave desde el punto de vista de la provisión de bienes y servicios ecosistémicos a las comunidades y a la sociedad en general, además de ser un componente importante para la adaptación de la biodiversidad a los efectos e impactos del cambio climático global.
La conectividad socioeconómica es también fundamental para incrementar la resiliencia de las comunidades al cambio climático. Esto implica un reconocimiento implícito de que, para mantener la biodiversidad y servicios ecosistémicos esenciales, como la provisión de agua en calidad y cantidad o de regulación (i.e. protección ante tormentas, captación de CO2), es necesaria la participación de los diversos actores y sectores que se benefician o afectan los servicios ecosistémicos del paisaje. De esta manera también la conectividad socioeconómica enfocada en la provisión de servicios ecosistémicos y adaptación al cambio climático puede articular a comunidades y actores a lo largo del Paisaje del Corredor Altitudinal de Gualaca.
En el Corredor Biológico Altitudinal de Gualaca se identificaron ocho rutas de conectividad. Para la definición de estas rutas se consideraron los siguientes aspectos: presencia de áreas núcleo (parches de bosque remanentes, cobertura de manglar, áreas protegidas, etc.) (Figura 2). Las rutas de conectividad eran efectivas, de acuerdo con el algoritmo desarrollado, porque era posible maximizar el movimiento de la biodiversidad en la gradiente altitudinal.
Fig. 2. Rutas de conectividad propuestas para el CBAG.
La delimitación del Paisaje del CBAG tuvo como objetivo de mantener y mejorar la conectividad altitudinal desde la Reserva Forestal Fortuna y parte del Bosque Protector de Palo Seco en el sector norte, a través de los ríos Chiriquí, Chorcha, Gualaca, la gran Meseta de Chorcha con los ecosistemas de tierras bajas que incluyen la Reserva Privada de Batipa, el Refugio de Vida Silvestre Playa La Barqueta en el sector oeste, el Área Protegida Manglares de David y los ecosistemas marino costeros. Pero además el este paisaje promueve el mantenimiento y mejora de la conectividad horizontal entre los núcleos de manglar de los distritos de David, San Lorenzo y San Félix con las secciones de manglares de Remedios y Tolé.
La conectividad entre parches minimiza los efectos de aislamiento a causa de la fragmentación, como son la pérdida de especies o cambios en la composición de las poblaciones de fauna y flora que ahí habitan. La conectividad a través de corredores se presenta como una estrategia que permite la dispersión y migración de animales y plantas de un fragmento a otro y contribuye al intercambio de flujo genético entre poblaciones aisladas lo que permitiría conservar nuestra biodiversidad a largo plazo.